Lo más difícil durante los primeros minutos después de que acontece algún evento fatídico y con repercusión a nivel mediático es pensar con claridad, actuar en ese mismo sentido y establecer un mensaje que genere tranquilidad o que, al menos nos dé tiempo para poder salirnos de ese estado de shock.
La jefa de Gobierno no actuó de esa forma. Después de darse a conocer el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, sugirió que se trataba de un acto aislado de inseguridad, como si no todos supiéramos interpretar que cuando alguien dispara a quemarropa y no se lleva objeto alguno es evidente que se trató de una ejecución.
El evento significa un golpe directo al núcleo operativo de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Este atentado no sólo conmociona por su violencia, sino también por su simbolismo: parece un mensaje claro hacia las autoridades capitalinas, por hablar en plural, porque más bien parece una amenaza, una advertencia, una intimidación a la jefa de Gobierno.
Aunque aún no se han esclarecido los motivos. ni la identidad del agresor, las circunstancias del crimen —un ataque a plena luz del día con un modus operandi similar al utilizado por cualquier cárte-l, logra el propósito de desestabilizar la administración de Brugada y, por extensión, la gobernabilidad de la Ciudad de México.
Este ataque se inscribe en un contexto de creciente violencia en la capital, donde los homicidios aumentaron un 153.3% en el primer trimestre de 2025. La presencia activa de grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación y La Unión Tepito, que se disputan el control territorial en diversas alcaldías, ha generado una sensación de inseguridad generalizada.
La respuesta del gobierno capitalino ha sido tan inmediata, como poco estratégica. Se han reforzado las medidas de seguridad en el Centro Histórico, incluyendo la implementación de un mando único y la instalación de nuevas cámaras de videovigilancia. Además, se ha anunciado una estrategia integral para combatir la extorsión y otras formas de violencia urbana
Sin embargo, más allá de las acciones inmediatas, este atentado plantea interrogantes sobre los límites de la autoridad del Estado frente al poder del crimen organizado. La vulnerabilidad de figuras clave en la lucha contra la inseguridad, como lo evidencian los casos de Brugada y Omar García Harfuch, pone de manifiesto la necesidad de una estrategia de seguridad más robusta y coordinada, que no sólo dependa de la acción policial, sino también de la participación activa de la sociedad civil y de un sistema judicial eficiente que garantice justicia y desarticule las estructuras delictivas.
Este trágico suceso debe servir como un punto de inflexión, recordando que la violencia no puede sustituir las vías democráticas y exigiendo que el país refuerce su lucha contra la inseguridad. Es imperativo que, ante la adversidad, se fortalezca la unidad y el compromiso con la legalidad, para que actos como éste no queden impunes y no se repitan.
Microsismos en CDMX: origen y riesgos
Como epicentro de temblores, la Ciudad de México es una zona de baja sismicidad, caracterizándose sus sismos por ser de tipo enjambres, es decir, pequeños sismos que duran meses, donde suele haber un sismo principal que puede ocurrir en cualquier momento de la secuencia. Entre 2023 y 2024 se detectaron 93 microsismos en la Ciudad de México, no sólo en la zona poniente. Aún cuando son sismos de muy corta duración -de ahí el prefijo micro-, y alta frecuencia, han generado aceleraciones extraordinarias, incluso que han superado las aceleraciones medidas en terremotos que han afectado la CDMX.
Es por ello que, con la intención de conocer su origen, los riesgos de las estructuras y para los habitantes, qué daños han causado y lo que tiene y falta por hacer con respecto a la normatividad sobre estos fenómenos, se llevó a cabo el “Foro de Microsismos en la Ciudad de México” en el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), organizado en colaboración con la Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica (SMIG) y la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica (SMIS), con la presencia de especialistas en la materia.
El estudio de los microsismos es complejo, debido a la baja frecuencia y duración, no se conoce su magnitud máxima esperada ni el periodo de retorno, el desconocimiento de su ubicación y longitud exactas, debido principalmente a que las fallas se encuentran bajo la mancha urbana. Sin embargo, hay consenso en algunos aspectos.
En materia sismológica, que la sismicidad en el Valle de México se agrupa en diferentes zonas, concentrándose de 2010 a 2024 en la zona poniente, la zona sureste de Milpa Alta, y en el norte de la Ciudad en San Juan de Aragón -identificada como zona del lago-, con microsismos de magnitudes menores a 4. Otros más recientes han ocurrido en la zona de Naucalpan, asociada al sistema de fallas de la Sierra de Las Cruces, lo mismo que las del poniente de la capital, la fallas identificadas como Plateros-Mixcoac y la de Barranca de Muerto. Las probables causas de los sismos en esta zona son: la acumulación de tensiones locales; sismos de gran magnitud que se generan en la costa y que propician desequilibrio en la zona; la sobrexplotación del acuífero del Valle de México, siendo esta la causa más probable.
En materia estructural, los expertos coincidieron en que estos microsismos no representan un peligro, aunque pueden generar daños menores a las estructuras, identificándose que esto ha sucedido en construcciones de más de tres décadas y/o que no cumplen con la reglamentación y normatividad posterior al sismo de 1985. Aún en esos casos, el gobierno capitalino cuenta con el programa “Mejora tu Vivienda”, el cual ofrece créditos blandos para repación de daños, con un dictamen oficial como requisito.
Donald Trump y su “Estrella de la Muerte”
Durante los años 80, en medio de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS, el entonces presidente Ronald Reagan presentó en papel un novedoso sistema de defensa antimisiles denominado “Iniciativa de Defensa Estratégica” (SDI), que por sus características y el momento histórico que se vivía provocó la burla de los medios de comunicación que la bautizaron con el sobrenombre de “Star Wars”, emulando la “fantasiosa” zaga cinematográfica de George Lucas, muy en boga en esos días, un proyecto que, por cierto, nunca se concretó debido a sus altos costos y a las complicaciones tecnológicas de la época.
Cuatro décadas después un belicoso Donald Trump rescata la idea, aunque no el desarrollo, de la propuesta a la que ahora denomina “Golden Dome”. El presidente de Estados Unidos gusta de crecer en la diferencia. La disputa y la polémica son el caldo de cultivo en el que el que se siente cómodo así que, argumentando el peligro en los desarrollos nucleares de Corea del Norte, China y Rusia, empieza lenta e inexorablemente a construir su propia guerra fría; la amenaza de un peligro latente que, de concretarse, indudablemente terminaría con la vida terrestre, por lo menos como la conocemos.
Con Trump no hay nada gratis, el ansiado retorno de inversión esperado por el hombre más rico del planeta, podría venir acompañado con el proyecto. Es mucho el dinero que Elon Musk gastó en la campaña de Donald Trump y tal vez llegó el momento de la retribución dada la incapacidad del Departamento de Defensa para desarrollar el proyecto por sí solo, a cambio de una tecnología que, se da por descontado, accedería a través de Space X.
Estamos hablando de un presupuesto de 175 mil millones de dólares durante la administración de Trump, tiempo en el que la iniciativa, según él, deberá concretarse. La Oficina de Presupuesto del Congreso estima que el costo podría elevarse a 542 mil millones de dólares en los próximos veinte años y eso tan sólo para construir las partes espaciales del sistema.
Pese a los múltiples desafíos tecnológicos que enfrenta el proyecto, de acuerdo a Trump, es viable y como ejemplo pone el caso de Israel que cuenta con su llamada “Cúpula de Hierro” un sistema que ya comprobó su efectividad frente al ataque Iraní de hace unos meses, la gran diferencia se encuentra en que Israel cuenta una superficie muy similar a la que ocupa el Estado de México, en nada comparable al territorio estadounidense (400 veces más grande) que necesitaría protección contra misiles, incluidos los más modernos hipersónicos, lanzados desde cualquier parte del mundo.
El proyecto anunciado por Trump es una mala noticia ya que no sólo se trata de una desmesurada apuesta por el dominio militar espacial, sino que representa la cuenta regresiva para una nueva carrera armamentista que pudiera resultar irreversible. Al militarizar el espacio y romper los límites de disuasión tradicional Estados Unidos alienta a las potencias nucleares a tomar contramedidas lo que podría hacer colapsar peligrosamente los acuerdos de desarme.
En 2012 un grupo de ciudadanos solicitó a la Casa Blanca construir su propia “Estrella de la Muerte” a lo que la administración de Barak Obama respondió con un toque humor. Donald Trump no está bromeando. El mundo tendría que estar en máxima alerta.
Síguenos en Google Noticias para mantenerte informado