Las protestas del magisterio nacional parecen no tener fin. Este lunes, por treceavo día consecutivo, miles de maestros se movilizaron. En esta ocasión bloquearon los accesos al Instituto Nacional Electoral, la Secretaría de Educación Pública, el Servicio de Administración Tributaria y diferentes medios de comunicación, con lo que provocaron caos en vialidades de la Ciudad de México como Anillo Periférico Sur, Avenida Balderas, Viaducto Tlalpan, entre otras.
Y todo, según ellos, porque sus demandas no han sido debidamente atendidas, además de que fue cancelada la reunión que se tenía agendada el pasado viernes con la presidenta Claudia Sheinbaum, quien luego de los cierres al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y las agresiones a periodistas que cubren la Mañanera del Pueblo, determinó no llevar a cabo el encuentro.
Pero el punto que empieza a generarle más ruido de la cuenta a la mandataria es el amago de la CNTE para boicotear las elecciones del Poder Judicial del próximo domingo 1 de junio, lo que como Sheinbaum señala, no tiene nada que ver con la derogación de la Ley del ISSSTE, por lo que los acusó de plantear lo mismo que la derecha.
Lo preocupante del asunto es que en caso de que las fricciones entre el gobierno federal y el magisterio subieran de nivel al grado de un rompimiento total, el gremio docente cuenta con la capacidad material y humana para llevar a cabo una movilización masiva en todo el país para el día de los comicios.
Basta recordar que las casillas son instaladas principalmente en escuelas públicas, que se encuentran bajo el dominio de los maestros, por lo que la elección judicial estaría en un grave riesgo en caso de la CNTE determinara tomar los planteles escolares que sean utilizados como centros de votación, particularmente en las entidades donde tiene presencia, como Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Ciudad de México. ¿Será posible que la presidenta logre disuadir a los maestros de continuar con sus movilizaciones o será que con tal de llevar a cabo los comicios tendrá que doblar las manos ante las exigencias de los inconformes?
Agua en CDMX: no llegó el “Día Cero”
La sequía del año pasado ha sido de las más agresivas del país, alcanzando el 28 de mayo de 2024 el 60.76% de sequía moderada a excepcional en todo el país. Como referencia, el 15 de mayo pasado llegó al 49.4%, manteniéndose todavía con mayor intensidad en el noroeste y norte del país. Para la Ciudad de México fue una de las épocas de escasez de agua más severas que se han vivido.
Por la politización electoral, incluso se llegó a hablar de un “Día Cero” -26 de junio de 2025-, en que los niveles del sistema Cutzamala serían tan bajos que no podrían abastecer a la capital, lo cual no sucedió. Sin embargo, la crisis hídrica fue un hecho: se registró el abastecimiento de agua más bajo en la historia de la Ciudad con 27.6 metros cúbicos por segundo en junio de 2024 y se tuvo que recurrir a los pozos como la principal fuente de abastecimiento del líquido hasta en un 50%, de acuerdo a datos de la nueva Secretaría de Gestión Integral del Agua de la Ciudad de México (Seguiagua), lo que antes era el Sistema de Aguas de la Ciudad de México.
En encuentro con miembros del Colegio de Ingenieros Civiles de México, Víctor Bourguett Ortiz, director Ejecutivo de Agua Potable de la Seguiagua, comentó que el estiaje de ese año se manejó bien y, aunque se prevé que este y el próximo año serán difíciles, no lo serán tanto como el 2024, por lo que ya trabajan en el mantenimiento y rehabilitación de equipo y de pozos, atención a fugas visibles e invisibles y traer agua de otras fuentes para depender menos del Cutzamala.
Entre los planes que se tienen, el también miembro del Colegio mencionado, dijo que se encuentran la mejora y el mantenimiento de infraestructura en la Ciudad de México, como rehabilitación de equipos de bombeo y pozos, así como la relocalización de estos últimos; renovación de sistemas de control y alerta; reposición de equipos y válvulas; y la atención a fugas visibles e invisibles. Otro tema es traer agua de otras fuentes, por lo que las autoridades de la CDMX trabajan con sus similares del Estado de México e Hidalgo, considerando Bourgett Ortiz que no se van a requerir más de 33 metros cúbicos por segundo en épocas difíciles, como la vivida en 2024.
El pastor de la Casa Blanca
“Ahí viene el lobo” solía gritar el pastor mentiroso de la fábula de Esópo frente a la hipotética llegada de una fiera a la aldea. El final es de todos conocido al igual que su moraleja.
Víctima de su mitomanía, Donald Trump poco a poco se va transformando en ese imprudente personaje que no mide el daño que puede causar con sus acciones hasta que ellas se vuelven contra él mismo. Lentamente va pulverizando la poca credibilidad que le queda en detrimento de la imagen presidencial cuya figura es fundamental para la reputación de una nación, mayormente si hablamos de una súper potencia.
Es una buena noticia que el presidente de Estados Unidos haya postergado hasta el 9 de julio la aplicación de aranceles a la Unión Europea en 50%, porque habrá una pequeña pausa para los atribulados mercados; el problema es que genera aún una mayor incertidumbre en los inversionistas que, frente a esta circunstancia, prefieren refugiarse en espacios tal vez menos redituables pero sí más seguros.
En su absurda toma de decisiones, Trump golpea tanto a extraños como a propios, sólo hay que recordar que la mayoría de las exportaciones estadounidenses van a los países miembros de la Unión Europea, hablamos de 370 mil 200 millones de dólares, lo que coloca a las empresas de su país en un creciente estado de vulnerabilidad. Del otro lado, Estados Unidos importa del viejo continente productos por una cifra superior a 600 mil millones de dólares, la mayoría procedentes de laboratorios farmacéuticos, de la industria aeroespacial y la automotriz, una guerra en la que todos ponen y nadie gana.
En una actitud errática, en la que la duplicidad es una pieza clave, por momentos Trump toma el lugar del policía malo, para horas después transformarse en el bueno. Así quedó de manifiesto nuevamente el fin de semana cuando habló telefónicamente con la comisionada europea, Ursula Von der Leyen, quien se mostró satisfecha con la prórroga que le inyecta oxígeno a sus asociados.
Como los aldeanos de la fábula, los países que en un principio reaccionaban con alarma, empiezan a tomar las cosas con más serenidad, sabedores de que los alardes de Trump forman parte más de una táctica negociadora que de una política firme. Conforme pasan los meses la moraleja de la misma va tomando su verdadera dimensión: “Nadie cree al mentiroso, aún cuando dice la verdad”.
La Inteligencia Artificial en el trabajo avanza, pero aún con rezagos
La Inteligencia Artificial se ha incorporado con fuerza al entorno laboral. Desde la automatización de tareas rutinarias hasta el apoyo en procesos creativos, sus aplicaciones se han diversificado con rapidez y cada vez más profesionales interactúan con herramientas que hace solo unos años parecían lejanas. Sin embargo, su adopción todavía no es generalizada en México.
De acuerdo con la más reciente encuesta del “Termómetro Laboral” de OCC, la bolsa de empleo en línea, el 27% indicó que no utiliza ninguna herramienta de IA en su empleo actual. La cifra, aunque parezca menor, revela una verdad incómoda, que aún existe una brecha significativa en la integración tecnológica del capital humano.
Sí, la Inteligencia Artificial está aquí, pero no para todos. El mismo sondeo revela que el 41% de los encuestados utiliza estas herramientas como apoyo en tareas creativas, como la generación de ideas o propuestas; un 15% la usa para elaborar reportes, 11% para contestar correos electrónicos y 6% para gestionar recordatorios. El patrón es claro: la IA se concentra, sobre todo, en labores administrativas y de contenido digital.
Pero más allá de su uso actual, lo que verdaderamente resulta revelador es cómo las personas perciben esta tecnología con relación a su futuro laboral. El 53% cree que pueda reemplazarlo por la IA; otro 28% la ve como una aliada para mejorar su productividad y solo 19% considera probable que su trabajo sea sustituido por estas herramientas.
El verdadero reto no solo es tecnológico, sino cultura y estructural. No basta con desarrollar nuevas herramientas, es importante que su uso sea accesible, funcional y alineada con las realidades y necesidades de una fuerza laboral diversa. La revolución de la IA no será completa si no va acompañada de capacitación, estrategias de inclusión tecnológica y políticas públicas que garanticen su aprovechamiento más allá de los sectores privilegiados. Porque de poco sirve tener IA si no sabemos cómo hacerla útil para todos.
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