El Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro enfrenta desde hace años una serie de desafíos estructurales: mantenimiento diferido, sobrecarga operativa, incidentes frecuentes y una percepción pública en deterioro. Ante este panorama, la reciente incorporación de Adrián Rubalcava a una posición clave dentro de la estrategia de recuperación del Metro representa un giro relevante en el enfoque de gestión del sistema.
El nombramiento, impulsado por la Jefa de Gobierno Clara Brugada, rompe con la inercia de designaciones meramente políticas o administrativas sin experiencia operativa sustantiva. Rubalcava, exalcalde de Cuajimalpa, cuenta con un historial en la administración pública caracterizado por su capacidad de ejecución, enfoque territorial y coordinación interinstitucional, especialmente en temas de seguridad.
Durante su gestión en Cuajimalpa, los indicadores de seguridad mostraron una mejora sostenida, resultado de estrategias integrales de vigilancia, inversión en infraestructura y cercanía con la ciudadanía. Si bien los contextos no son totalmente comparables, estas capacidades podrían trasladarse con éxito a la operación y recuperación del Metro.
Desde su llegada, ya se observan los primeros movimientos: fortalecimiento de operativos de seguridad en estaciones y vagones, auditorías técnicas en proceso, y una apertura al diálogo con sindicatos y personal operativo. Aunque aún es temprano para emitir juicios concluyentes, se percibe un cambio de rumbo en la conducción del sistema.
Más allá de los nombramientos, lo fundamental se traducirá estas acciones en resultados tangibles. El Metro de la Ciudad de México requiere menos retórica y más estrategia técnica, una ejecución efectiva del presupuesto y mecanismos claros de rendición de cuentas.
Si Adrián Rubalcava logra mantener una visión técnica por encima de las presiones políticas, podría marcar el inicio de una etapa de recuperación seria para uno de los sistemas de transporte más importantes del país.
El tiempo definirá si este nombramiento representa un verdadero punto de inflexión o un nuevo intento en una larga lista de esfuerzos inconclusos. Lo cierto es que, hoy, el Metro cuenta con una nueva dirección y una ciudadanía cada vez más exigente: ya no espera promesas, espera resultados.