Bastó un manotazo de Donald Trump para que los buenos deseos establecidos en la cumbre de los BRICS, celebrada el fin de semana, se desdibujara completamente de los titulares de los principales medios de comunicación.
A un lado quedó la promesa de forjar un nuevo orden multipolar, la retórica de avanzar en temas clave como la inteligencia artificial, el financiamiento climático o la autonomía financiera. A final de cuentas quedaron sobre la mesa las mismas promesas huecas que venimos escuchando desde la fundación del grupo integrado por Brasil, Rusia, India, China y un poco más tarde Sudáfrica (de ahí el acrónimo BRICS) y que siguen igual o tal vez más lejos de concretarse que en aquel 2009.
La entrada de Indonesia da un nuevo impulso al grupo particularmente en temas ambientales, protección de bosques tropicales e incluso los tímidos intentos de regular la inteligencia artificial con justicia, pero lo cierto es que, pese a la inclusión de grandes potencias, BRICS no deja de ser un órgano carente de mecanismos de implementación sólidos. El poco interés se refleja en la ausencia de los “pesos pesados” Xi Jinping y Vladimir Putin, quienes encontraron otras actividades más gratificantes que viajar a Río de Janeiro a reunirse con este grupo que ha pretendido convertirse en la resistencia del sur global.
Indudablemente BRICS es una asociación contestataria pero trágicamente de origen cuenta con muchas contradicciones. De entrada China, India y Brasil tienen intereses políticos divergentes no resueltos; pese a las declaraciones de fin de semana, las posiciones de sus miembros frente a guerras como Ucrania o Gaza siguen siendo muy tibias; la mayoría de sus políticas en materia internacional lejos de ser visionarias son reactivas o evasivas; muchos de sus miembros -incluso México como observador-, dependen comercialmente de Estados Unidos o de Europa Sin engaños, BRICS está muy lejos de ser una alternativa real al sistema actual.
Pese a las declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, durante la conferencia matutina, la participación del titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, Juan Ramón de la Fuente fue poco menos que discreta, sin involucrarse de más, propuso una Cumbre Regional del Bienestar manteniendo distancia de agraviar al presidente estadounidense.
A la distancia, Trump fue claro impondrá aranceles de 10% a quien se alinee con los BRICS, una velada declaración de guerra contra el multilateralismo. De otra parte, México no puede darse el lujo de enemistarse con Estados Unidos y más estando la revisión del T-MEC tan cerca. India juega a dos bandas, por un lado, forma parte de BRICS, pero simultáneamente es socio estratégico de la Unión Americana en la contención con China.
Mientras BRICS busca autonomía, Trump reclama lealtades. Así el multilateralismo lentamente va dejando de ser una aspiración para convertirse en un riesgo calculado.
Impunidad y falta de autoridad
Casos como los insultos racistas de una mujer a un policía de tránsito que buscaba colocar un candado inmovilizador a un vehículo que no cumplió con el pago de parquímetro o los daños ocasionados a cafeterías, restaurantes y establecimientos, con motivo de las protestas en contra de la llamada gentrificación, ambos en colonias de la alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, nos llevan a hablar, indudablemente, de un vacío en la aplicación de la Ley y la falta de autoridad.
Si usted llega a insultar o agredir a un policía en otros países, por ejemplo, en Estados Unidos, seguramente terminaría en el mejor de los casos pagando una multa considerable y en el peor de los escenarios, tras las rejas por un largo tiempo. No obstante, en México la justicia no funciona así.
Y qué decir si, derivado de una protesta, alguna persona causa daños a la propiedad privada, por ejemplo, en las protestas violentas que ocurrieron en Los Ángeles, California. Primero que nada, la persona detenida tendría que asesorarse de un buen abogado para que le asista jurídicamente ya que podría pagar desde una multa o hasta ir a prisión, según sea la gravedad del caso. Además, podría enfrentar cargos por vandalismo, agresiones a agentes de la Policía y hasta conspiración, es decir, se buscaría castigarle con todo el rigor de la Ley.
En cambio, en México, la realidad que vivimos es otra. Aquí usted puede insultar a un policía con toda la impunidad del mundo. Incluso, el delito de ultraje a la autoridad ya fue derogado en varias entidades de la República, como en la Ciudad de México y Veracruz. Así es que, si el policía agredido hubiera decidido actuar y detener a la fina dama que lo insultó, tendría que haberse conformado con remitir ante un juzgado cívico a la violenta mujer, quien solamente habría tenido que pagar una multa por cometer una “falta administrativa”. Y la autoridad, ¿qué hace? Solamente se limita a decir que condena el odio y la discriminación.
Y ya ni hablamos del vandalismo en negocios, que genera pérdidas millonarias durante una movilización o protesta social, véase las marchas del 8 de marzo, el 2 de octubre, el 15 de mayo, por mencionar algunas. So pretexto de que vivimos en un país de libertades, un vándalo que daña algún monumento, que destruye negocios y que llena de grafiti a policías, no sería ni siquiera detenido porque las autoridades señalan que no van a caer en la provocación y no van a reprimir una protesta.
No, no se trata de reprimir a nadie. Simple y sencillamente se trata de aplicar la Ley a quien altera el orden público y lastima a quienes con esfuerzo, trabajo y dedicación se ganan la vida dignamente, aunque en México, particularmente en la capital del país, pareciera todo lo contrario. Aquí sí, los patos le tiran a las escopetas.
Agua: ¿Organismos operadores fuertes o “cajas chicas”?
En México, son pocos los impuestos que recaban los municipios, uno de ellos el servicio del agua. No es extraño que los organismos operadores sean utilizados como “cajas chicas” de la administración municipal en turno, desentendiéndose de la infraestructura y de la medición del consumo, ya no se diga de planes de abasto a largo plazo, optando incluso por el cobro de una tarifa única mensual. Desafortunadamente, políticamente hablando, es probable que a un presidente municipal no le convenga aumentar la tarifa del agua o cobrar lo que realmente cuesta, prefiriendo tener y legar organismos operadores en números rojos, olvidándose de los desafíos que enfrentan para cumplir con su misión de proveer agua de calidad y en cantidad suficiente a los ciudadanos que les corresponda.
Un caso excepcional y referente nacional e internacional, es el del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado del municipio de León (SAPAL). El acuífero del Valle de León tiene el dudoso honor de ser el primer acuífero de México declarado en veda, en 1948. Desde la década de los 70, León ha tenido que importar agua de municipios vecinos. Sin embargo, desde principios de los 90 empezaron a hacer lo que todo organismo encargado del servicio de agua debería de hacer: cambiar la tubería para evitar las fugas. Desde entonces es una labor permanente programar para cada año la renovación de tubería, medidores e infraestructura hídrica del municipio.
En menos de 30 años, pasaron de una eficiencia física del 41 % al 71.93 % actual, y tienen como meta alcanzar el 75 %, entendiéndose por eficiencia física la cantidad de agua que se extrae contra la que se factura, es decir, el restante son pérdidas, y un 94.86 por ciento de los leoneses pagando su servicio, operando en números negros. Para dar una idea, la media nacional está en el 56 % de eficiencia física y de cobro de un 35 %. Sin embargo, León sigue con acuíferos vedados, una presa seca y sin opciones de abasto.
Enrique de Haro Maldonado, director general de SAPAL, estuvo en la Ciudad de México en un encuentro con integrantes del Colegio de Ingenieros Civiles de México, a quienes compartió la visión que se tiene para abastecer agua a León al 2050: lograr el 33 % de agua subterránea -que hoy no se tiene-, y mismos porcentajes de agua superficial y agua regenerada. En esto último, SAPAL es pionera en México, pues está sustituyendo las plantas de tratamiento por Estaciones Regeneradoras de Agua (ERA), con tecnología para procesos de nanofiltración y oxidación avanzada a través del ozono para la regeneración de agua, que permita descargar el líquido de muy buena calidad a ríos que llegan a la presa, lo que se conoce como reúso potable indirecto.
Para llegar a ello, el responsable del Sistema de Aguas de León advirtió que se necesitan organismos operadores económica y estratégicamente fuertes, con profesionales técnicos al frente, con continuidad para la planeación de estos grandes proyectos, establecer costos reales y conciencia en el uso.
León ya empezó hace 30 años renovando su infraestructura permanentemente, los demás, ¿para cuándo?
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