Hoy tendría que ser un día muy importante para la Universidad de Harvard, la más antigua y con mayor prestigio en la Unión Americana. Miles de alumnos se gradúan este jueves inaugurando un nuevo ciclo en sus vidas. Se espera que en la ceremonia participen 6 mil 800 estudiantes internacionales de todos los niveles, la mayoría de ellos sumidos en la incertidumbre tras la persecusión emprendida desde el gobierno federal.
No podría estar más enrarecido el ambiente entre este sector de la población colegial. Diferentes medios de comunicación han hecho eco de un comunicado del secretario de Estado, Marco Rubio, en el que se instruye a embajadas y consulados a no tramitar visas de estudiante o de intercambio en tanto no se emitan “nuevas directrices”, a la espera de que las redes sociales de los interesados sean exhaustivamente revisadas para conocer si son “dignos” de formar parte de la comunidad norteamericana.
La medida impacta directamente a solicitantes de las visas tipo F para estudiantes; las M para alumnos que cursan programas considerados técnicos o no académicos, como es el caso de quienes estudian aviación, diseño, cosmetología; y las visas J consideradas de intercambio cultural y educativo reservadas para investigadores, profesores, médicos en formación, por mencionar solo unos cuantos.
Con sus fobias, el presidente Donald Trump abona en el rezago de un país que tras el fin de la Segunda Guerra Mundial logró despuntar gracias a la habilidad de la universidades para conjuntar el talento más importante de muchas generaciones.
Como ocurrió en el caso de Harvard se da por descontado que un juez habrá de suspender una decisión que abiertamente viola las garantías individuales, sin embargo, decenas de miles de estudiantes de todo el mundo tendrán que pensar dos veces si están dispuestos a viajar a Estados Unidos para invertir una fortuna en una educación que ya no ofrece ninguna garantía, y eso va a golpear severamente el “bolsillo” de los grandes centros educativos. En universidades como Columbia o Johns Hopkins la matrícula de estudiantes foráneos alcanza hasta el 40%, son los alumnos extranjeros el sostén de estos polos educativos que tendrían que ser vistos como centros de exportación como los números lo marcan. De acuerdo al New York Times, los alumnos provenientes de otros países aportaron alrededor de 43 mil millones de dólares, en el ciclo 2023-2024 tan sólo en los rubros de colegiatura y vivienda.
Bajo esas condiciones los estudiantes se verán obligados a buscar otras alternativas. Japón ya pidió a sus universidades aumentar el cupo para solicitantes internacionales, paralelamente, distintas universidades en Alemania ofrecen programas para estudiantes que dominan el idioma inglés.
Para nadie es un secreto que Donald Trump es una versión amplificada del tristemente célebre senador Joseph McCarthy, más allá de su posición ideológica, sustentada en el miedo, polarización, persecución ideológica y censura, sino por el poder inmensamente superior que le otorga su mandato y que lo vuelve potencialmente más peligroso frente a cualquier visión que disiente de la suya.
Hoy Harvard tendrá poco que celebrar, sus mejores abogados luchan por recuperar los suspendidos fondos federales. El futuro pinta oscuro para las universidades estadounidenses. Para los jóvenes del mundo entero no hay más alternativa que empezar a tocar otras puertas.
Los enjuagues de los Chapitos
Después de que trascendió que Ovidio Guzmán López, alias el “Ratón”, hijo de Joaquín Guzmán, se declararía culpable de narcotráfico, según refiere un documento del Departamento de Justicia de Estados Unidos, se generó una gran controversia por la suposición de que las autoridades de ese país podrían solicitar pena de muerte en su contra, lo cual no ocurrió así.
Pasaron unos días y se esperaba que las autoridades de la Unión Americana darían a conocer que podrían solicitar la pena capital en contra de Joaquín Guzmán López, también hijo del “Chapo”, luego de que fue asegurado por el Gobierno de Estados Unidos.
Sorprendentemente tampoco pasó, ya que la Fiscalía del Distrito Norte de Illinois informó que no solicitaría dicha medida, lo que se ha interpretado como un acuerdo preexistente, en el cual podría tener relación su hermano Ovidio.
En ese contexto, también se supo que 17 familiares de Ovidio Guzmán cruzaron a Estados Unidos como “Juan por su casa”, bajo la protección del Departamento de Justicia de ese país, con francotirador incluido, con lo que el tema se llenó de mayores suspicacias y mayor controversia.
Y por si eso fuera poco, el día de ayer trascendió que Dámaso López Serrano, alias “El Mini Lic”, se declaró culpable en la corte federal de Virginia, luego de que supuestamente aceptó ser culpable de distribuir fentanilo en el vecino país del norte.
No hay que ser un genio para inferir que los “Chapitos” solamente buscan, a como dé lugar, brindar protección a sus familias luego del debilitamiento de su grupo, a costa de su libertad y de fungir como “soplones” de las autoridades estadounidenses.
Luego entonces surgen muchas preguntas: ¿A dónde quiere llegar el Gobierno de Estados Unidos con dichas declaraciones de culpabilidad? ¿Será que van por autoridades del gobierno mexicano relacionadas con el narcotráfico? ¿Dónde quedó la premisa de que las autoridades estadounidenses no negociaban con terroristas? ¿Por qué tantos privilegios para la Chapiza? Vamos a ver en dónde termina este perverso entramado de confesiones y declaraciones.
El primer empleo importa
En México, hablar del primer empleo implica hablar de muchas cosas a la vez: acceso, condiciones, oportunidades reales, y también de futuro. Por eso no debería pasar desapercibido que cuatro de cada diez jóvenes entre 18 y 20 años iniciaron su vida laboral en la informalidad, según datos de OCC, la bolsa de trabajo en línea líder en México. No es un dato menor. Es una señal de que aún tenemos pendiente construir rutas más claras y formales para quienes dan sus primeros pasos en el mercado laboral.
La informalidad no es una novedad en México, pero sí debería llamar la atención cuando se convierte en el punto de partida para las nuevas generaciones. Un primer empleo sin contrato, prestaciones ni seguridad social puede parecer algo temporal, pero en muchos casos marca la pauta para el resto de la trayectoria profesional. Se corre el riesgo de que las condiciones precarias se normalicen y, con ello, las oportunidades reales de desarrollo queden limitadas desde el inicio.
Lo interesante es que las personas llegan preparadas a su primer empleo: el 53% de los encuestados dijo que consiguió su primera oportunidad gracias al desarrollo de habilidades específicas; otro 20% lo hizo por experiencia en voluntariados o servicio social. Es decir, hay una base sólida de talento. Pero el entorno no siempre está listo para ofrecer condiciones formales y estructuradas.
Claro que hay avances. Muchos programas de inserción laboral existen, y algunas empresas han profesionalizado sus prácticas para jóvenes. Pero todavía persiste la idea de que el primer empleo es un “espacio de prueba” y no necesariamente un punto de partida digno. Cambiar esa lógica también es parte de mejorar la cultura laboral en México.
Porque el primer empleo no sólo deja una línea en el currículum: deja una impresión duradera sobre lo que significa trabajar, crecer profesionalmente y aspirar a más. Y eso, si lo cuidamos, puede traducirse en una fuerza laboral más sólida, más comprometida y, sobre todo, mejor preparada para los retos del futuro.
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