Este lunes llega la presidenta Claudia Sheinbaum a Canadá para participar en la Cumbre del G-7 en Kananaskis, en las Montañas Rocallosas, en la provincia de Alberta. La reunión de siete de las economías más grandes del mundo tiene una agenda más compleja de lo que usualmente es: los aranceles de Estados Unidos contra el mundo, el papel mundial de China, la guerra entre Rusia y Ucrania y, más reciente, el ataque israelí a Irán. Todos con una variable en común: Donald Trump.
Al encuentro al que están convocados los mandatarios de Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Alemania, el Reino Unido y Canadá de anfitrión, fueron invitados, además de la presidenta de México, los presidentes de Brasil, Ucrania, Corea del Sur y Sudáfrica, junto con el primer ministro de Australia.
Es en este contexto donde se dará el encuentro entre Trump y Sheinbaum, donde ya adelantó la presidenta que abordará dos temas: relación comercial y migración. Aún así, por cuestión de tiempo, en ambos casos habrán de tratarse puntos muy concretos.
Obligados por lo inmediato, en la relación comercial, tanto Canadá, Brasil y México coinciden en buscar exenciones a los aranceles al acero, por ser los tres países los que concentran casi la mitad de las importaciones de acero de Estados Unidos; en el tema migratorio, el tema del impuesto a las remesas y las redadas migratorias cada vez más violentas. Aunque no lo haya mencionado la presidenta, inevitable que se aborde el tema de seguridad, con el combate al narcotráfico con los nuevos alcances de la clasificación de los cárteles como organizaciones terroristas y, lo que se ha filtrado intencionalmente, las relaciones políticas de estos grupos criminales.
Al igual que con varios países, la dinámica de la relación de Estados Unidos con México tiene cada vez menos de cooperación y coordinación, y más de presión, control y sumisión. Asimismo, herido en su orgullo por lo del TACO, no se descarte que haya nuevos amagos de Trump o que fracasen los intentos de convencerlo de acuerdos razonables sobre los aranceles, como en el caso del acero. De hecho, la Cumbre es un escenario idóneo para que el presidente estadounidense siga tomando distancia de sus antiguos aliados y, de paso, quiera demostrar que no se acobarda.
Qué bueno que el primer ministro Mark Carney invitó a Sheinbaum a Kananaskis, y mejor que la presidenta aceptara. No habrá que tener grandes expectativas de su primer encuentro personal con Trump, y tampoco habrá que perder de vista otras reuniones que seguramente tendrá con los otros invitados.
La gentrificación en Monterrey, Oaxaca y Mérida
Durante años, el fenómeno de la gentrificación ha sido narrado como una consecuencia inevitable del desarrollo urbano en la Ciudad de México. Sin embargo, los últimos datos muestran que esta transformación ya no se limita a la capital del país. Hoy, ciudades como Monterrey, Guadalajara, Oaxaca y Mérida protagonizan su propia versión de este fenómeno con efectos que merecen atención.
En Monterrey y Guadalajara, la gentrificación se está construyendo con desarrollos inmobiliarios verticales y modernos. Colonias como Distrito Tec y Purísima-Alameda en Monterrey o Americana y Santa Tere en Guadalajara están viendo aumentos de renta del 7 al 9% (respectivamente), impulsados por megaproyectos y por la reconfiguración de espacios tradicionales hacia usos comerciales, corporativos y de servicios. En estos casos, el fenómeno no es empujado por el turismo, como ocurre en otras ciudades, sino por dinámicas de reconversión urbana que priorizan la rentabilidad sobre la permanencia comunitaria.
Mientras tanto, en Oaxaca y Mérida el motor es distinto pero igual de potente. El auge de la economía digital, la llegada de nómadas digitales y el turismo prolongado están alterando el tejido social y económico. Lo preocupante no es únicamente el incremento de hasta 7% en precios de renta en zonas históricas; es el hecho de que estas alzas despojan de vivienda a familias locales, transforman costumbres en espectáculos y convierten barrios en escaparates para Instagram.
Lo que está ocurriendo en estas ciudades es una alerta de transformación urbana sin planeación. Si bien es cierto que la inversión y el dinamismo pueden revitalizar ciertas zonas, también es verdad que, sin una política pública de contención, la gentrificación reproduce desigualdades y expulsa a quienes construyeron el valor social y cultural de esos lugares.
Como señala Juan David Vargas, general manager de Propiedades.com, la plusvalía ya no se hereda: se construye y acelera mediante entornos digitales, alterando por completo la noción de lo que significa vivir en una “zona cara”. Esta realidad exige un nuevo enfoque que combine planeación urbana inteligente, inclusión social y regulación equilibrada del mercado inmobiliario. No se trata de frenar el desarrollo, sino de dirigirlo. Porque si el futuro de nuestras ciudades está en juego, también lo está la dignidad de quienes las habitan.
Tensión por obras para el Mundial
No todo es fiesta como parte de los preparativos que se realizan en la Ciudad de México para la Copa Mundial de Fútbol 2026, ya que habitantes de Tlalpan, Coyoacán y Benito Juárez están en desacuerdo con diversas obras que se tienen proyectadas con motivo de la justa deportiva.
Apenas el jueves pasado, la Jefa de Gobierno Clara Brugada puso en marcha el reloj que muestra la cuenta regresiva para el arranque de la competencia mundialista, que se llevará a cabo el 11 de junio del próximo año en el Estadio Azteca.
Las autoridades capitalinas anunciaron una inversión cercana a los seis mil millones de pesos para infraestructura, movilidad y seguridad, pero grupos vecinales se han mostrado en total desacuerdo a que las mismas se lleven a cabo ya que aseguran que los trabajos acarrearán problemas como deterioro urbano, delincuencia, contaminación y hasta trata de personas.
Por ejemplo, habitantes de la colonia Villa de Cortés, en Benito Juárez, se han pronunciado en desacuerdo con la construcción del segundo piso sobre la Calzada de Tlalpan, mientras que el colectivo Asamblea Tlalpan-Coyoacán denunció falta de estudios de impacto ambiental para los proyectos contemplados.
Queda claro que alguien en la Secretaría de Gobierno no hizo el trabajo previo para consensar con las organizaciones las obras que se pretenden realizar por lo que urge que el Gobierno de Clara Brugada ponga a laborar a sus operadores para desactivar las protestas, ya que de no hacerlo los inconformes podrían generarle muchos dolores de cabeza.
Israel, el doble rasero nuclear
Cobijado por Estados Unidos y con absoluto desprecio por el derecho internacional en los últimos años, Israel se ha convertido en el azote de la región atacando a países soberanos como Siria, Irak, Líbano e Irán, aduciendo razones de seguridad.
Se trata de un patrón que ha ido normalizando el uso de la fuerza preventiva en detrimento de los marcos legales que rigen a la comunidad mundial con un absoluto desdén por los organismos multilaterales, empezando por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a menudo agravando los conflictos en lugar de limitarlos.
Bajo esta óptica ya no nos sorprende que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, haya ordenado un nuevo ataque contra Teherán; lo grave es que nos hayamos convertido en convidados de piedra ante un actuar unilateral a todas luces condenable, porque no se trata solamente de la seguridad de un país, la tentación armamentista involucra a toda una región y en un descuido incluso podría convertirse en el detonante de una conflagración mundial de dimensiones impredecibles.
Tel Aviv argumenta que Teherán se encuentra muy cerca de desarrollar armas nucleares; que los científicos de ese país se encuentran a punto de obtener uranio enriquecido al 60% con lo que alcanzaría el grado militar y que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) lo declaró no conforme la semana pasada. Del otro lado, el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz estima que el Estado judío cuenta ya con entre 80 y 90 ojivas nucleares y que podría tener material fisible para fabricar 200 armas si fuera necesario. Israel nunca ha rendido cuentas a nadie de su programa nuclear.
Con su bélico accionar, Netanyahu no sólo pone en riesgo a la población iraní, hoy sus ciudadanos se encuentran en la paranoia más absoluta frente a los ataques de represalia que ya dieron inicio tras la muerte del jefe de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salamí, quien perdió la vida durante la ofensiva israelí al lado de otros comandantes militares, así como científicos de su programa nuclear que, por cierto, se afirma tiene fines pacíficos.
Irán no suele responder de inmediato a los ataques israelíes, gusta de planear la venganza, la última vez tardó casi dos semanas en lanzar una operación de represalia, sin embargo en esta ocasión la estrategia parece ser distinta. Son varias las opciones que se le presentan a Teherán: acciones directas contra blancos estratégicos pero que no lleguen a desencadenar una guerra total; la activación de los llamados grupos armados patrocinados por Teherán entre los que se encuentran Hezbollah, Hamas, hutíes y las milicias chiíes; ataques cibernéticos contra la infraestructura crítica de Israel (electricidad, agua, red hospitalaria transporte); no se descarta que al paso de los meses se cometan asesinatos selectivos de funcionarios israelíes o sabotajes en el exterior.
Pasan las horas y la tensión crece. Aunque Estados Unidos mantiene su postura de apoyo a Israel, en esta ocasión se desvinculó claramente de los ataques. De escalar el conflicto el impacto en los mercados será devastador con indudables aumentos en los precios del crudo.
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