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La nueva guerra de Estados Unidos

por El Consejero

Si lo que Donald Trump buscaba era iniciar una escalada en medio oriente, lo consiguió con creces. Menos de 48 horas después de su ataque para presuntamente desmantelar el programa nuclear iraní ya hubo respuesta. El gobierno de Teherán replicó con un embate contra bases estadounidenses en Irak y Qatar, países que involuntariamente ya se vieron involucrados en el conflicto tras la violación de su espacio aéreo.

No es difícil de predecir lo que habrá de ocurrir, el hecho es que, sin mucho pensarlo y como todas sus acciones, Trump ya involucró a su país en una guerra en la que tiene muy poco que ganar y que únicamente servirá para exaltar su megalomanía.

Los enfrentamientos elevaron la tensión en la zona. Si los pobladores de Israel e Irán estaban al borde del colapso por los bombardeos, el terror ya se dispersó por todos los países vecinos en donde Estados Unidos tiene intereses y que ahora se han convertido en blancos suseptibles de ser atacados por los grupos extremistas patrocinados por el gobierno iraní.

Los más grave de todo es que pese al grandilocuente anuncio de Trump del sábado pasado, no existe ninguna garantía de que efectivamente haya cumplido con el objetivo de destruir el programa nuclear iraní. No es difícil que tras días y días de advertencias el régimen del Ayatola Ali Jamenei, haya optado por mover su material radioactivo a través de la red de túneles distribuidos a lo largo de la nación islámica. Una incursión fallida con toda seguridad alentará a Teherán a acelerar un programa nuclear que a todas luces no tiene fines pacíficos.

Técnicamente Estados Unidos no está en guerra. Fiel a su costumbre, Trump ignoró al Congreso a la hora de ordenar el bombardeo, pese a que este órgano es el único que constitucionalmente tiene la autoridad para hacerlo, el equipo del presidente justificó su accionar afirmando que se trató de una acción limitada dirigida a objetivos militares.

Una buena noticia es que, pese a condenar la ofensiva, ni Rusia ni China se muestran con ánimos de involucrarse más allá de la diplomacia y es que ambos tienen intereses en la nación islámica. El primero está en proceso de finalizar un acuerdo de “asociación estratégica”,  Estados Unidos afirma, incluso, que Teherán ha proporcionado a Moscú misiles balísticos y drones. Pekín, por su parte, mantiene una estrecha relación con la nación persa desde hace mucho tiempo a la que le compra el 20% de sus importaciones petroleras.

A nivel mundial el impacto podría llegar a ser devastador. Irán ya amenazó con que cerrará el estrecho de Ormuz lo que impediría el paso  del 20% del consumo mundial de petróleo  con la consecuente alza en los precios que, de acuerdo a los expertos, pudiera alcanzar hasta los 100 dólares por barril, lo que arrastra consigo una mayor inflación en detrimento de los consumidores.

Los heraldos negros se encuentran a la puerta. Trump parece dispuesto a dejarlos entrar.

La “autonomía” de las fiscalías, en riesgo

Una vez que se llevó a cabo la elección del Poder Judicial, aunque pareciera que la 4T ya tiene el “carro completo” con el control de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, faltaría la cereza del pastel con el mando de las fiscalías estatales y la Fiscalía General de la República.

Mucho se ha dicho de la autonomía de las fiscalías locales, que solamente aplica en el papel no así en la realidad, sobre todo en la operatividad diaria en que esa palabra pareciese parte de una mera simulación.

Tan solo en la Ciudad de México, el Congreso local y la Jefatura de Gobierno llevan mano en la designación de la persona titular, que si bien es evaluada previamente por un Consejo Judicial Ciudadano, en realidad es mero trámite ya que el nombramiento lleva la venia desde lo más alto del poder.

El único “pero” en la capital del país es que, con el sistema actual de votación, Morena no tiene el control completo en el caso de una ratificación y para muestra el caso de Ernestina Godoy, quien necesitaba las dos terceras partes del Congreso, es decir, 44 sufragios, para continuar en el cargo por cuatro años más, lo que no fue posible ya que diputados del PRI, PAN y MC sumaron 25 votos en contra por 41 a favor de su permanencia.

Luego de que hace unos días se dio a conocer una investigación periodística que señalaba la existencia de un borrador de reforma a nivel federal, que contempla la anulación de la autonomía de la Fiscalía General de la República y las 32 fiscalías estatales, la presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que no existe una propuesta del Ejecutivo federal para retirársela, pero reconoció que era necesario analizarla para conocer cómo ha funcionado. Aunado a ello, el tema de una reforma para mejorar el funcionamiento de las fiscalías ha estado sobre la mesa en los últimos meses.

Además, si hablamos de otras latitudes de habla hispana como Chile y España, la experiencia ha señalado que la influencia del poder político y la dependencia financiera en la operación de las fiscalías difícilmente pueden permitir una verdadera autonomía.

Así es que no sería de extrañar que, en poco tiempo, pese a lo dicho por la presidenta Sheinbaum, estemos hablando de una nueva reforma para las instituciones de procuración de justicia, que nos lleve de vuelta a fiscalías de nombre, pero procuradurías en los hechos.

Exceso de agua en la CDMX

Calidad, escasez y exceso son los tres problemas básicos del agua. Hace poco más de un año, el problema de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México era el estiaje y las altas temperaturas, y en estos días, las intensas lluvias de junio han provocado prácticamente diario inundaciones y encharcamientos en diferentes puntos de la ZM, además de afectaciones a infraestructura vial temporales -avenidas intransitables-, o permanentes -los baches son el mejor ejemplo-, y viviendas, así como en ocasiones, pérdidas de vidas o materiales.

Al tratarse de una cuenca lacustre, es inevitable la tendencia a acumular agua de la Ciudad de México en diferentes zonas, lo cual no se traduce necesariamente en abundancia para el consumo, puesto que la mayor parte del agua de lluvia se junta con las aguas negras en el drenaje, a lo que se suma la acumulación de basura, la cual es identificada como una de las principales causas de las inundaciones.

Una de las primeras acciones relevantes de esta administración, fue el Plan Nacional Hídrico, el cual consiste en una propuesta integral para atender los tres problemas principales señalados al principio sobre el agua desde diferentes frentes. Dentro de las 17 obras estratégicas, dos de los proyectos atienden zonas con vulnerabilidad a inundaciones: uno en Acapulco, y otro, el de la Zona Oriente del Estado de México, ambos casos severos.

Esta última se trata de una región con más de 6 millones de habitantes, con una presión hídrica muy alta, acuíferos sobreexplotados y, para complementar el panorama, con zonas habitadas inundables en al menos diez municipios, destacando el caso de Chalco y Valle de Chalco. Es ahí donde se acaba de terminar el Colector Solidaridad, una obra de 1,800 metros de longitud para evitar que se registren las inundaciones del año pasado que dejaron anegadas calles por varias semanas. Es un inicio, pero es claro que falta mucho más por atender.

Para enfrentar estos retos enormes,  es necesaria una mayor participación de los expertos de todos los ámbitos en estos proyectos y otros que se pueden plantear dentro del Plan Nacional Hídrico, especialmente en el proceso de planeación con sustento presupuestal realista, para tomar decisiones informadas sobre estas obras. Una opción es el Consejo de Políticas de Infraestructura del Colegio de Ingenieros Civiles de México, el cual congrega a profesionales, asociaciones y cámaras de diferentes sectores y disciplinas relacionadas con la infraestructura.

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