En el país, millones de personas afiliadas a cajas populares siguen sin acceso real a servicios de salud, así lo indicó el Instituto de Salud para Sociedades Cooperativas (ISSC), quien destacó que para transformar este panorama ha desarrollado una ecosistema integral que combina tecnología médica avanzada, infraestructura propia, alianzas comerciales y un modelo de financiamiento cooperativo que prioriza el bienestar colectivo.
De acuerdo con Eduardo Muñiz Paulín, director general y fundador del ISSC, uno de los pilares del modelo es la detección temprana de enfermedades crónico-degenerativas a través de tamizajes oculares con inteligencia artificial. Esta tecnología —validada por instituciones como el Instituto nacional de la ceguera y la Fundación Conde de Valenciana— permite identificar en cuestión de minutos señales de padecimientos hasta con 10 años de anticipación en enfermedades como glaucoma, retinopatía diabética, edema macular, hipertensión, diabetes, entre otras.
Hasta ahora, con más de 100 mil estudios realizados, la iniciativa ha logrado prevenir miles de casos de pérdida visual y ha evitado gastos médicos severos para las familias.
La sostenibilidad del modelo se basa en un esquema de subsidio solidario. Hasta el 80 % del valor total de los estudios es cubierto mediante sinergias entre el ISSC, cooperativas, organizaciones públicas y empresas privadas.
De esta manera –comenta el directivo– los usuarios solo pagan una fracción mínima, y las instituciones que respaldan el programa obtienen beneficios tangibles, incluyendo una reducción significativa en costos médicos a largo plazo y un aumento en la productividad.
“La democratización de la salud ocurre cuando el negocio y la solidaridad se retroalimentan. El subsidio no es caridad; es inversión inteligente que multiplica el impacto social”.
Además de los estudios visuales, el Instituto despliega jornadas de salud itinerantes que ofrecen chequeos metabólicos, consultas médicas y acceso a medicamentos a bajo costo. Esta atención llega tanto a zonas rurales como urbanas y lograr así cerrar brechas históricas de desigualdad en salud preventiva.
Cabe mencionar que tanto empresas, iniciativa pública y fundaciones pueden sumarse a este esfuerzo colectivo que busca beneficiar a 200 mil personas más antes de 2026. Más allá de cumplir con metas de responsabilidad social o ESG, los aliados acceden a indicadores clínicos y económicos que permiten medir con precisión el retorno de cada peso invertido.