El aumento en la frecuencia e intensidad de las sequías constituye un factor que incide directamente en la planificación y aplicación de instrumentos de política pública. De acuerdo con el informe Global Drought Outlook de la OCDE, la extensión de áreas terrestres expuestas a condiciones de sequía presentó un crecimiento sostenido entre 1900 y 2020, duplicando su proporción en ese intervalo.
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Este fenómeno responde a factores climáticos, como el incremento de temperaturas y la alteración de los regímenes de precipitación, pero también a presiones antrópicas que afectan la disponibilidad y calidad del recurso hídrico.
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El impacto económico de las sequías es creciente. La proyección indica que, para el 2025, un episodio medio será al menos dos veces más costoso que uno equivalente en el año 2000.
Sectores estratégicos como la agricultura, energía, transporte y comercio van a registrar afectaciones directas.
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Las pérdidas no se limitan al plano económico; las consecuencias sociales incluyen:
- Inseguridad alimentaria
- Aumento de desplazamientos
- Mayor presión sobre sistemas sociales vulnerables
Frente a este escenario, la adaptación a la sequía adquiere un carácter prioritario. El informe identifica tres ámbitos de acción:
- Planificación estratégica
- Medidas multisectoriales
- Marcos institucionales y financieros robustos
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La planificación anticipada, el uso eficiente del agua, la restauración de ecosistemas y el fortalecimiento de capacidades locales son componentes fundamentales. Asimismo, se requieren mecanismos de coordinación entre niveles de gobierno y sectores, así como instrumentos normativos y presupuestarios coherentes con las proyecciones climáticas.
Un enfoque integral e intersectorial ante la sequía
La respuesta institucional no puede centrarse únicamente en la gestión del agua. La adaptación eficaz demanda una articulación de políticas en agricultura, ordenamiento territorial, infraestructura, energía y salud. La evidencia muestra que las soluciones preventivas ofrecen beneficios económicos, sociales y ambientales sostenibles en el tiempo.
El informe de la OCDE subraya que avanzar en la adaptación a la sequía es una condición necesaria para garantizar la seguridad hídrica, proteger sistemas productivos y fortalecer la resiliencia climática.
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