Ante la creciente demanda energética y la inestabilidad en el suministro, diversas empresas en México han comenzado a gestionar su propio consumo energético. Este cambio responde a la necesidad de reducir costos, garantizar la continuidad operativa y cumplir objetivos de sostenibilidad.
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De acuerdo con la Secretaría de Energía, el sector industrial y el transporte concentran más del 70% del consumo energético nacional. Cifra que sitúa a las empresas como actores clave en la transición hacia un modelo más eficiente. Bajo este contexto, muchas organizaciones dejaron de limitarse a recibir facturas mensuales y ahora supervisan, almacenan, optimizan y en algunos casos, generan su propia energía.
Christian Lara Álvarez, director de operaciones y cofundador de Opslag, explicó que el sector empresarial muestra un creciente interés por tecnologías como el almacenamiento energético, el autoconsumo y la gestión flexible de la demanda. Señaló que esta transformación no solo busca eficiencia económica, sino también estabilidad operativa y reducción del impacto ambiental.
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Gestión energética activa ante retos de suministro
Las interrupciones frecuentes durante los picos de demanda y la volatilidad de los precios impulsaron esta transformación empresarial. Frente a este panorama, las compañías adoptaron una gestión energética activa con beneficios en cuatro áreas principales:
- Consumo más eficiente: Las empresas identifican sus patrones de uso y aplican estrategias para evitar desperdicios y disminuir el impacto ambiental.
- Ahorros operativos: Ajustan su demanda para evitar horarios con tarifas elevadas y reducir la dependencia de la red eléctrica.
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- Estabilidad en el suministro: Implementan sistemas de respaldo que protegen la operación ante apagones o variaciones de voltaje.
- Compromiso ambiental: Disminuyen su huella de carbono y contribuyen a metas de sostenibilidad valoradas por clientes, socios comerciales y autoridades.
Álvarez afirmó que este proceso refleja un cambio en la mentalidad empresarial. Cada vez más compañías desean participar activamente en el cambio energético y no limitarse a adaptarse. Esta evolución ocurre en un momento clave para el país, donde el crecimiento de la capacidad instalada en energías renovables aún no satisface la demanda del sector industrial.
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