En 2023, durante nuestra participación en el evento del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) en León, Guanajuato, señalamos —cuando el oro cotizaba en torno a los 1.680 dólares la onza— que nos encontrábamos ante una oportunidad histórica para invertir en el metal precioso.
A menos de dos años de aquel pronóstico, en 2025, el oro ha alcanzado los 3.300 dólares por onza, habiendo tocado un máximo cercano a los 3.500. Es decir, ha duplicado su valor en un periodo sorprendentemente breve.
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Oro como reserva de valor global
Nuestra convicción permanece firme: el oro continúa siendo el activo refugio por excelencia. Ya sea en contextos inflacionarios, en escenarios bélicos, o frente a una marcada debilidad del dólar estadounidense —como la que se observa durante la actual administración de Donald Trump—, el oro demuestra una vez más su papel como reserva de valor global.
A corto plazo, estimamos que los máximos recientes serán superados y que el oro podría avanzar hacia los 3.700 y luego los 4.000 dólares por onza. Este nuevo impulso se apoya también en una tendencia histórica: antes del acuerdo de Bretton Woods en 1944, el oro era la referencia central de los bancos centrales.
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Tras ese pacto, el dólar se ancló al oro a un valor de 35 dólares la onza, hasta que la administración de Richard Nixon rompió esa convertibilidad entre 1969 y 1971.
Actualmente, dentro del bloque BRICS —Brasil, Rusia, India, China y otros países emergentes— se está promoviendo la idea de volver a un sistema respaldado en oro.
Paradójicamente, Estados Unidos, aunque reticente a este regreso, posee hoy la mayor cantidad de reservas de oro en el mundo, lo que le daría margen de maniobra si el sistema monetario global evolucionara en esa dirección.
No obstante, más allá del recorrido ya logrado por el oro, creemos que otros metales preciosos están rezagados y podrían ofrecer oportunidades aún más atractivas.
Plata y platino se recuperan
La plata, por ejemplo, alcanzó los 50 dólares la onza en 1980, cuando el oro cotizaba cerca de 900. En 2011, la historia se repitió: la plata volvió a tocar los 50 dólares, mientras el oro se situaba en 1.910 dólares. Hoy, con el oro en torno a los 3.300 dólares, la plata apenas supera los 36 dólares.
Desde esta perspectiva histórica y técnica, creemos que su cotización debería, como mínimo, regresar al umbral de los 50 dólares, reflejando un claro retraso respecto al oro.
Por otro lado, el platino —curiosamente asociado en muchos esquemas de membresía a niveles superiores al oro— también se encuentra notablemente subvaluado.
Actualmente ronda los 1.150 dólares por onza, es decir, menos de un tercio del valor del oro. Consideramos que este metal tiene potencial para duplicar o incluso triplicar su cotización en los próximos años, y podría alcanzar niveles de 2.000 a 3.000 dólares por onza.
En resumen, mantenemos una visión optimista respecto a los metales preciosos. El oro continuará siendo una pieza esencial en los portafolios, pero las verdaderas oportunidades del próximo ciclo alcista podrían estar en los metales que han quedado rezagados: la plata y, especialmente, el platino.